martes, 17 de junio de 2014

JUNTOS Y REVUELTOS: EL ARTE EN LA LITERATURA

Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado (…)”
A una nariz. Francisco de Quevedo.
Así da comienzo el célebre soneto que Francisco de Quevedo dedica a su celebérrimo enemigo Luis de Góngora.

Hasta tal punto respiran el mismo aire las diferentes artes que los propios artistas vienen tradicionalmente relacionándose entre sí.

Fruto de estas relaciones, contemporáneas o extemporáneas, han nacido obras maravillosas que han obtenido por méritos propios un lugar de honor en la Historia del Arte.

De sobra son conocidas las burlas que Francisco de Quevedo dedicó a Góngora, a quien hizo feroces acusaciones personales que tuvieron su oportuna réplica. Como resultado de esta hostilidad crearon una serie de divertidas sátiras, de las que quizás la más sonada haya sido “A una nariz”, de la que puede leerse un extracto más arriba.

Tuvo muchos enemigos Quevedo, a causa de la rotundidad de sus escritos y de su carácter ácido e irónico, pero contó también con grandes amigos, entre ellos don Fadrique de Toledo y el duque de Medinaceli.
Durante el tiempo que estuvo en la corte se granjeó el favor de Felipe IV, y probablemente gracias a su cargo de secretario Velázquez le pintara su famoso retrato, donde supo reflejar con fidelidad su personalidad e inteligencia, así como su naturaleza burlona.




lunes, 2 de junio de 2014

ELENA PONIATOWSKA

Con el alma dividida entre el periodismo y la escritura. Así ha desarrollado su carrera profesional Elena Poniatowska desde que en 1954 ingresara en el periódico Excélsior. 

Sus trabajos periodísticos, especialmente entrevistas a autores mexicanos y extranjeros, alcanzaron un notable éxito. Sin embargo, el reconocimiento a nivel internacional le llegó con los libros "Hasta no verte, Jesús mío" (1969) y "La noche de Tlatelolco" (1971), ambos basados en hechos reales. 
Artículos, entrevistas, cuentos, novelas, teatro y poesía. Como autora no ha conocido límites de género. Su imaginación no tiene cotas cuando se trata de postularse en favor de cuestiones que la motivan. Así ocurre con la visión femenina del mundo o la cultura y problemática mexicanas. 
Su origen aristocrático no ensombrece su faceta de escritora comprometida. La crítica social y la denuncia han sido permanentes en su obra y ha trabajado constantemente al servicio de los derechos humanos, labor que le ha valido distinciones como el Premio Coatlicue (1990) como mujer del año o varios Doctorados Honoris Causa en diferentes Universidades. 
También ha sido distinguida por su faceta literaria, contando entre sus más recientes galardones con el Premio Cervantes y la Medalla de las Bellas Artes.