Clásicos o modernos,
todos fuimos niños y a todos nos puso a soñar algún que otro cuento.
Princesas en apuros,
hadas capaces de los más atrevidos hechizos, dragones voladores o guerreros
dispuestos a enfrentarlos para salvar a sus amadas.
Quisimos ser los héroes
de aquellos textos que, entre nuestros dedos, desgastaban sus páginas a marchas
forzadas.
Escuchamos a nuestros
padres, a nuestros abuelos, narrando aquellas historias que nos fascinaban más que
un juguete nuevo.
Y los protagonistas de sus leyendas traspasaron
la barrera del papel y del tiempo, convirtiéndose, por derecho propio, en Cenicienta,
Caperucita Roja o Blancanieves.
Nombres propios que durante siglos han
engrosado la tradición artística y audiovisual, que nos han regalado nuevos momentos
inolvidables que vienen a ratificar la importancia del cuento en nuestro día a día.